lunes, febrero 08, 2016

Siempre creí en la magia.

Y sobretodo cuando la vida me pone en jaque y me pide soluciones o tomar decisiones en un tiempo que no es el mío o que pareciera acelerarlo todo.
Me he encontrado más de una vez en estas situaciones donde pareciera que de repente la estructura en la cual vengo caminando plácidamente comienza a desmoronarse, se desvanece bajo mis pies y veo caer peldaño a peldaño el futuro que tal vez había proyectado, y me quedo inmóvil, haciendo equilibrio para no caer al vacío, reteniendo mi respiración y abriendo los ojos al silencio que me rodea como queriendo encontrar una respuesta a tanto desconcierto.

Otra vez? Sí Ceci, otra vez.

Y así, quieta, no tan perdida como otras veces, intento acallar la mente que cree saberlo todo y me entrego a sentir mi cuerpo que él también tiene cosas para decir. Y entonces, entiendo que no puedo escaparme de mí y debo abrazar el momento tal cual es y se presenta. Incierto. Y es ahí, donde me entrego a la magia de confiar en que siempre hay una continuación después de una crisis, que si me dejo llevar por las corrientes más amables de la vida, seguramente llegaré a buen puerto. Pero esta vez tomo el timón por las astas. No es cuestión de estacionar a la deriva. Puede ser que en altamar haya tormentas amenazantes, nieblas que cubran la luz del sol y lluvias frías de soledad y desesperanza. Pero si no me lanzo a la travesía, la travesía va a venir a buscarme en el momento más insospechado y me va a lanzar por la borda a un mar repleto de tiburones. Hambrientos.

Dios aprieta pero no ahorca, decía mi madre. Y fue una de las frases de la cual hice mi estandarte.


Alguna vez dijeron que el tiempo cada vez iba a ser más rápido. Que nuestro sistema horario cambiaría sistemáticamente con el pasar de los años, no puedo explicarlo ya que me faltan conocimientos científicos pero puedo decir que la aceleración de eventos que antes creía controlar es cierta. Algo así como que la materia se está moviendo al nivel de la mente, y todo aquello que pensamos se concreta súbitamente.  Si apenas rozo la idea de hacer un "cambio" a futuro, éste sucede en menos de lo que hubiese creído apropiado. El tema es que lo apropiado ya no cuenta, el universo puso primera y estamos todos inmersos en este torbellino de lo que podríamos llamar evolución. Así me siento, no digo que a todos les pase lo mismo, tal vez yo firmé otro contrato antes de encarnar y ando cumpliendo mi destino al pie de la letra.

Lo importante entonces,  ser objetiva y prudente con los pensamientos, pero por sobretodo ser honesta y coherente con mis emociones y esperar que la magia actúe y me invite a plasmar las ideas más nutricias que mi alma, generosa, me entrega.



À tout à l'heure.

C.

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