domingo, enero 18, 2009

Peridural para el alma


Tuve un embarazo casi perfecto, sin náuseas ni vómitos ni nada de esas cosas raras. Mantuve un peso normal, viajé hasta mi 7mo mes y todo evolucionó sin complicaciones.
Siempre me sentí una « Wonder Woman » encinta.

Hasta el día del parto. Ese día me di cuenta cuánto miedo le tenía a esa palabra y al dolor.

Tuve dos falsas alarmas. Dos días antes había tenido contracciones, por lo cual partimos inmediatamente a la clínica pero nos enviaron consecutivamente de vuelta a casa. Es como estar preparada para ganar el partido, concentrada a combatir tu enemigo íntimo, pero se suspende a último minuto por lluvia.
Una mezcla de desilusión y alivio. El momento se acercaba, y yo me acercaba cada vez más a mi miedo, que lo había mantenido bien camuflado a los ojos de mi marido.

Wonder Woman, es Wonder Woman por algo. Pero ella también llora.
La tarde del 9 de Enero le dije a Chris que quería ir a comprar un pijama, antojos del noveno mes diría yo. Entre pijama y pijama que iba eligiendo me venían contracciones. Parecía que estaba jugando a las estatuas congeladas entre bambalinas.

- Esto no es nada, ya va a pasar. Pero mi seguridad se iba desvaneciendo entre cada espasmo.


Llegamos a casa, preparamos la mesa como si nada pasara, llegué a comer una sopa que estaba deliciosa y no pude ni siquiera tomar un vaso de agua que ya estaba partida en dos, abrazada a un almohadón, que me acompañó fiel hasta la sala de partos y en los días subsiguientes. Y ese vaso de agua lo pude tomar unas 10 horas mas tarde. Lo primero que dije después de parir fue, "quiero agua".

-me parece que tenemos que ir al hospital, me dijo Chris dulcemente.
Mi mujer maravilla estaba en las antípodas de su personaje y yo comenzaba a ser yo. Doblegada sobre mi ego, acepté ineludiblemente el porvenir.

Cada experiencia es diferente, lo sano es saber elegir qué prefiere cada uno. Si vos elegiste parir en tu casa, perfecto; si querés programar una cesárea porque te queda bien para las vacaciones, hacelo y si querés un parto natural porque así lo dice tu corazón, adelante.

Yo elegí con Peridural. Aunque no sabía lo que era, sabía que tenía un poco de miedo al dolor, entonces preferí ganar confianza en este terreno tan nuevo para mí.
Por eso digo, cada cual es libre de elegir el método que más le guste y que más seguridad le de. Pero no vale la pena seguir consejos de moda ni escuchar los pro y los contras de una u otra fórmula. La mejor fórmula es la que le sirve a uno. Es fundamental hacer lo que uno siente, porque cuando uno actúa conforme a su sentido común se siente seguro y al estar confiados las cosas salen inexorablemente bien.

Pero en el hospital parece haber una gran contradicción con respecto al sentido común.
De los dos días que estuve internada me visitaron distintas personalidades doctorales, que iban rotando por mi habitación como bolitas de lotería. Y cada uno traía su receta en el bolsillo, que se pisaban unas a otras como jugando a un irreconcilliable "pan y queso".

« Tenés que » « Hay que » « Debés hacer » todo esto ; sino, algo « muy malo puede pasarte » Pero no te preocupes, somos los médicos de Francia y estamos acá para ayudarte.

Ayudarme a qué ? a perder mi instinto materno que acaba de nacer ?

Vienen con una lista sobre los riesgos de muerte y enfermedad, en vez de traerte una lista sobre la potencialidad de la vida. Qué inaudito.
Te cuentan todas las amenazas que hay «afuera» cuando «adentro» te atienden enfermeras con un catarro feroz y ni siquiera lo disimulan.

Sí, es un poco exagerado, pero déjenme decirles que algo muy parecido me pasó con mi ginecólogo, que según él, Francia es un país civilizado, y no se puede comparar con la medicina de Argentina. Por esa misma razón, él no estuvo presente en el parto ni mucho menos seguirá siendo mi ginecólogo. Es el único punto en común que tuvimos, nunca nos agradamos.

Las creencias curativas ortodoxas están tan basadas en el miedo que no se dan cuenta que son ellos mismos los que crean enfermedades a sus pacientes.

A los dos días entonces, estaba decidida a volver a casa cuando en Francia por ley tenés que quedarte mínimo 5 días bajo supervisión médica. Yo no sé qué es la depresión post parto ni si la tendré, sólo sé que si me quedaba más de la cuenta iba a toparme con una seguro.

De un lado se encontraba el equipo médico francés que intentaba retenerme, y del otro me encontraba yo, mi bebé y el libro de La ley de la Atracción bajo el brazo que me convertían en Wonder Woman y toda la Liga de la Justicia de su lado. Wonder Woman no sólo había salido otra vez a escena sino que ahora era mamá, y estaba lista para despegar en su avión invisible.
Tuvimos que firmar una carta dirigida a las autoridades del hospital, diciendo que era nuestra responsabilidad «llevarnos a nuestro bebé». Dado que nuestro hijo no estaba apto para firmar, nos convertía en asesinos seriales del tercer tipo. Una especie de secuestradores de nuestro primogénito.

Todo el hospital comenzó a hablar de nosotros.
Mi recuperación fue tan rápida e impecable que todas las enfermeras estaban anonadadas. Mi bebé era más sano que otros que al tercer día algo se agarraban.
Todo estaba perfecto para que nos abrieran las puertas. Apenas puse un pie afuera, creo que experimenté le emoción del primer día de libertad para un convicto, sin ninguna duda.

No tengo quejas contra el hospital, yo elegí tenerlo ahí, y me trataron de maravillas, tan sólo pienso que a veces los médicos se creen dueños de la vida, y sobretodo la ajena. Por supuesto que siempre hay excepciones, yo por mi parte valoro más el nivel humanístico que hay en los médicos argentinos.

Para mí hay una gran diferencia en enfocar la enfermedad desde el miedo o desde la salud. Depende cómo lo mires.

O acaso el cuerpo no es una máquina inexplicablemente perfecta que se auto regenera constantemente?
Cada vez que me corto las uñas, yo no pienso ni dudo si me volverán a crecer. Lo doy por sentado ! Lo mismo con mi salud. El cuerpo humano tiene la capacidad de transformarse, recuperarse y sanarse a sí mismo, a menos que le indiquemos lo contrario. Nuestra propia mente y los medicamentos exagerados pueden confundirlo. Si yo desconfío de la aptitud de mi cuerpo, entonces seguramente atraeré la enfermedad o tardaré más en recuperarme, porque es la misma contradicción que lo aleja de su maestría.
Si yo no dudo que todo va a ir bien, como naturalmente debe pasar, naturalmente pasa.

Si les cuento la sarta de enfermedades que me desplegaron el día que quise salir del sanatorio, a mi bebé ya lo tendría que dar por enfermo crónico y a mí por una parturienta con serias complicaciones. En cambio, yo tenía un montón de cosas positivas para decirles de las cuales me guardé para mí y para mi autoestima que seguía en alza. Las estadísticas científicas no me interesaban. Sólo me interesaba salir de ahí.

Yo tuve un miedo y fue al dolor y ellos amorosamente lo calmaron. La peridural fue un bálsamo para el alma, fue Cupido que bajó del cielo y me inyectó dulcemente su flecha de anestesia en la espalda. Y en ese momento tampoco estaba pensando en los pro y los contras de la droga, tan sólo pensaba que todo estaba saliendo como yo quería. Y al estar tranquila y con el miedo adormecido, puedo decir que tuve un parto maravilloso.

Pensar positivamente tiene su resultado. Y persistir en ver la parte llena del vaso, hace milagros.

Pensar para adelante lo llamaría yo.


Ganar instinto es ganar confianza y sentido común. Es vivir cada instante controlando nuestra propia vida. Yendo hacia la dirección que queremos ir, y no a otra. Escuchar nuestro corazón es simplemente saber respondernos una pregunta tan simple como:
y yo, qué quiero para mí?


Saber lo que queremos es ser dignos de ser quienes somos.
Nadie mejor que uno mismo, sabe lo que es mejor para uno.

Hoy fui al pediatra y él mismo estaba sorprendido de lo sano y fuerte que está «el bebé» que salió al segundo día del sanatorio.

Enhorabuena.

©®


Lectura recomendada/: "La Ley de la Atracción" de Esther and Jerry Hicks.

Y la Tierra empezó a sacudirse. Y el temblor fue tan grande que  sacó del sueño a más de uno. Y no fue amable, más bien certera ...