sábado, enero 02, 2016

Alguien dijo, crisis...?

Me pensé exenta de la famosa crisis de los 40. 

Y hoy, después de una seguidilla de estados indefinidos y complicados, me rindo ante la sospecha que sí, me puede estar pasando. De hecho decidí relajarme cómodamente en el sillón de esta supuesta mutación y ponerme a escribir al respecto. Por lo pronto no tener miedo de decirlo y en segundo punto, no creo estar tan loca y controvertida. Paso a ser parte del montón apoyando la teoría. Y aunque no me gusta ser parte de ningún rebaño, esta vez creo oportuno aunarme con la causa. 
Intuitivamente estuve escribiendo al azahar mis estados emocionales, mis cuestionamientos y mis dudas. Ante todo mis dudas. Y me descubro intentando nombrar aquello que no se puede nombrar. Y cuando creo estar vencida por tanto desconcierto el universo me regala amorosamente unas palabras que tal vez definan un poco la etapa en la cual me encuentro.

Una crisis quizás es enfrentarse al miedo. Nuestros miedos. Miedos hay de todos los tamaños, colores y consistencias. Y justamente los miedos prueban nuestra consistencia personal, cómo nos paramos frente a la vida, si un viento nos hace trastabillar, nos aviva o nos apaga. Aprender a manejar nuestros propios miedos nos vuelve maestros del arte de vivir calculo. Cual guerrero enfrentándose a su más temido enemigo. Un guerrero sabe que siempre hay un miedo por vencer. Tomar conciencia de ello lo vuelve presente, vivo, seguro de sí mismo. Y el miedo y el amor van de la mano. Aunque no se tengan mucho afecto, se espejan, se nutren, se miden. No podemos amar incondicionalmente si no aceptamos y conocemos soberanamente nuestros miedos. El amor nos invita a abrir, expresar, decir. El miedo por el contrario nos condiciona a callar, cerrar, ocultar. El miedo vendría a ser un termómetro del amor que no estoy permitiendo entrar en mi vida.

 Y llegando a los 40 me encuentro con una necesidad imperiosa de expresarme, de verme reflejada en eso que creo, en un otro, en el feedback del afuera. Necesito encontrar mi identidad en todo y en todos los que me rodean. Y voy eligiendo según lo que más feliz me haga. Y de alguna manera necesito convidarme, como un proceso de fotosíntesis maravilloso, tomo de la luz la fuerza y la sabiduría, que se transforman en mi alimento, y yo exhalo creatividad que da oxígeno al mundo. Entiendo súbitamente que los seres humanos vinimos simplemente a expresarnos, somos un proceso de combustión constante donde nos retroalimentamos unos a otros.


La vida está para ser saboreada. Admirada, amada. Tomo este momento como una oportunidad fascinante para hacer orden en mi ropero personal. A la basura todo lo que ya no sirve, y dar espacio para lo nuevo, lo que me nutre, lo que eleve la vibración.


Dicen que entre los 35 a los 42 años nos enfrentamos al miedo a perder. Perder qué? A cada uno le pega distinto...perder la juventud, el trabajo, la pareja, la salud...etc. Frente a este miedo la sociedad nos invita a acumular, a tener más de eso que temo perder: más bienes, más actividades rentables, más hijos, más sexo, más músculos o más tetas... Más. Pero nos estaríamos dando cuenta que no sería la solución, no para mí que acabo de decidir no adoptar dos siliconas importadas para aportar curvas al asunto. No por ahora...antes que pasar por el quirófano prefiero tener un "tête à tête" con mi cirujano interno. Y después con más conciencia, veré de qué manera mi cuerpo se amolda a la situación. Pensabas cambiar el auto? Tener un hijo? Invertir más tiempo en hacer el negocio de tu vida? Todo bien, libres somos, sólo nos piden tomar decisiones con conciencia...por ahí vamos...

 Según Roberto Pérez, un genio de la síntesis de todas las etapas de los miedos, esta es la etapa de "atender nuestra interioridad, conocernos más profundamente, buscar el fundamento de nuestras vidas". Esto no se le ocurrió a él un día cualquiera sino que los fundamentos son muchos y muy interesantes por cierto. Lo que puedo comprobar es que este señor pone compresas frías sobre el caos interno de tanta incertidumbre y tanto insólito cuestionamiento. Roberto y yo estamos de acuerdo y eso me trae mucha calma, saber que no estaba tan errada en mi búsqueda. Ingenuamente una vez escribí "la vida tiene maneras extrañas de devolvernos la identidad" sin saber que estoy en plena construcción de la misma a través de un camino fresco, nuevo y amable. Aunque me exaspere su incomodidad.
Sí, me siento muy ingenua por momentos, me enoja no poder controlar el porvenir. Pero agradezco que al no saber qué hacer, entonces me expreso por vías insospechadas y disfruto mucho al hacerlo. 
La sabiduría es la capacidad de saber "saborear la vida" dice mi amigo y yo también. Y para saborearla no hay que "saber" nada. Tan sólo degustar los manjares que ella nos ofrece.

Me deseo liviandad en este proceso, y conquistar aquellos miedos para volver mi vuelo más pleno, libre y amoroso.


un guerrero sabe
que conquistar sus miedos
es abrir
su capacidad de amar
en libertad

Salut!

C.

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