martes, noviembre 11, 2008

Amores perros



Los que me conocen saben lo que me gustan los animales. Y sobretodo los perros.

En 6to grado invité a mis amigas a ver un documental sobre animales. Yo no paraba de reírme, y ellas no paraban de reírse de mi.

Soy de ésas que en la calle se me va la mano para tocar cualquier perro a pesar de la mirada fulminante del dueño. Soy de las que les habla en diminutivo con típica voz de idiota. Sí, admito que los perros me idiotizan. Soy de las que los muerden, pero no soy de las que le da besos en la boca, eso jamás.

De chica me animaba a todos los perros de mis amigas. Como el día que Caro me invitó a su casa a un campamento. No me olvido más la cara de pánico que puso cuando me vio revolcándome con Balú, su perro negro azabache que todo el mundo temía. Fue la única y última vez que jugamos juntos.

Con los años vamos perdiendo la inconsciencia, y la inocencia también. Qué pena.

En París los perros son tan civilizados como la misma ciudad. En algunos restaurantes no te dejan entrar si el hombre no lleva zapatos cerrados. Pero gustosamente le abren las puertas al poodle de Madame Bovary, los aceptan en hoteles 5 estrellas y en el supermercado.

En la capital de la dama de hierro no hay perros vagabundos. Esta el perro «del» vagabundo que no es lo mismo. Estos hombres «sin domicilio fijo» como los llaman en Francia, han decidido no trabajar. Reciben una subvención del gobierno y eligen una esquina donde mendigar. Generalmente tienen un perro, o dos, bastante mejor alimentados que ellos. Aún recuerdo el hombre de Champs Elysées y rue de La Boetie. Un francés rubio de ojos claros, que se sentaba pachorro todas las mañanas abajo del farol, abría su diario Le Monde y según una nota sin faltas de ortografía, decía que mendigaba para darle de comer a sus dos perros. Padre e hijo, dos bolas inamovibles de pelos, que tenían la suerte de haber nacido con un ojo marrón y otro celeste, y se ganaban un euro más que el caniche de enfrente.

Por el contrario, en China, los canes no corren con la misma suerte. Corren para no salir en el menú del mediodía. Los pocos que hay tienen dueño y mucho miedo, porque no saben cuándo, a su querido amo se le va a dar un antojo.

Y en Dubai, directamente no vi ninguno. Más tarde me enteré que para los musulmanes los perros son sucios, malos presagios y tienen mala energía. Sin embargo, abundan los gatos raquíticos y apestosos, y se atreven a llamarlos sagrados. Qué paradoja.


En la casa de mi infancia, a pesar de la oposición de mi madre, desfilaron todo tipo de perros. Yo nací con Pinta, que me acuerdo de ella sólo por fotos y de la poca originalidad del nombre; era una Pointer. Después pasó Pancha, una boxer impecable que terminó en el camión de gas de la municipalidad de San Miguel, con todas las chapitas de identificación en su collar. No lo supero.

Más tarde vino Günter, el del ojo tuerto. El nombre lo eligió mi madre dado a su curso de alemán y el ojo lo eligió el perro del vecino. Günter era un policía gigante de peso pesado. Intocable, no por lo malo sino por la grasa de su pelo y su olor.

-«Ladra ?» me preguntó Jessie atónita cuando lo escuchó por primera vez.

Al mismo tiempo llegó Baco. Mi hermana Agustina, en una acción de caridad o de locura, trajo una perra de la calle con nombre de perro y con seis cachorros. Nos quedamos con Baco y una cachorra. Baco era tan fea como sus hijos.

-Ángela, como se dice «fea» en guaraní ?
-«Bah»
-y feíta?
-«Bahiya»

Nunca supe cómo se escribía Bahiya, solo sé que ella se quedó con Ángela y Baco eternamente con nosotros. Baco era el perro que nadie quería tener y duró más de lo que esperábamos, pero la noche que nos dijeron que había que ponerla a dormir todos lloramos.

Bayú fue el siguiente can importado de Uruguay. Oriundo de Cabo Polonio, fugitivo y sin pasaporte se tomó el Buquebús con Agustina y desembarcó en Bella Vista. Hoy vive con ella en Capilla del Monte y es un perro argentino y feliz.


Y finalmente llegó el esperado día en que me regalaron un perro. Ese día quise saltar por la ventana del primer piso de mi departamento de Almagro.

Recién separada, de una relación de 5 años, acomodando mi nueva vida y trabajando 25 horas al día, mi ex, me regala un perro. Era como recibir un hijo de padres separados y enterarme que me convertía en madre soltera. El perro pesaba menos de 3 kilos y mi responsabilidad 100 toneladas. Era el Bulldog Francés más lindo que había visto, pero en ese momento en vez de verlo como el perro que siempre había querido, lo veía como 15 cm de problemas.

Convivimos sólo una noche de insomnio y diarrea. Yo no sabía si me angustiaba más devolverlo o dejarlo solo cada vez que iba a trabajar.

Lo devolví con culpa y sin nombre. Fue una de las situaciones más bizarras de mi vida.
No siempre las mejores cosas llegan en el mejor momento.

Por esas idas y vueltas de la vida, volvimos a ser una familia, los tres. Y también nos volvimos a separar, para siempre. Y Hugo se quedó con el papá. Así parecía dictarlo el destino. O yo.

Experimenté lo que es pasear un perro en Buenos Aires y que todos se rieran. Hasta el momento no de mí, del perro.
-«mirá mamá, se parece al bicho de Lilo y Stich ! »

Si Hugo se parecía a Stich, Baco era la ardilla de la Era del hielo. Y ambas comparaciones eran ciertas, y era cierto que Hugo y Baco me hacían reir. Amo los animales que me hacen reir.

Confieso que más de una vez miré videos divertidos de animales en You Tube. Y no puedo explicarles lo que me divierto.

Hugo pasó a ser mi hijo pródigo y Baco mi inspiración.

Hugo me duele, como Buenos Aires y como París. Y como algunas preguntas que ya sabemos. Y por eso tal vez, juré nunca más tener un perro. El amor tiene estas contradicciones que a veces lo vuelven incómodo. Pero me acomodé a esta situación, como a muchas otras.

Como a vivir sin perro y coleccionarlos en miniaturas, o como charlar con Diego, el perro de al lado, cuando los vecinos se van.


-Ustedes son raras, eh?


Esa es mi madre refiriéndose a nosotras, sus tres hijas, que preferimos ver Discovery Channel o Animal Planet antes que escuchar como se cae el mundo financiero en el noticiero de las ocho.

Es como que te pregunten, a quién preferís? Pancho Ibañez o Mariano Grondona ?

Somos raras o somos más felices, depende como lo veas, mamá. No nos gusta la política, no sabemos de economía y raramente leemos el diario.

Digo raramente porque yo leo los espectáculos, los policiales y confieso, los avisos fúnebres. Si, soy rara mamá.


Por eso les dedico estas palabras a todos los que tienen y tuvieron amores perros. Con animales o con humanos, da igual. Al fin y al cabo somos todos de la misma raza.





A todos los perros de mis amigos que me movieron el rabo :

Rita, Balú, Nanuk, Blackie, Cristóbal, Aldo, Fidel, Esparta, Yemos, Benítez, Pimpollo y otros…


©®

7 comentarios:

Ignacio dijo...

"Si Hugo se parecía a Stich, Baco era la ardilla de la Era del hielo." jajajaj... que grande!!! a Hugo no lo conoci, pero de Baco puedo dar fe de lo que decis.

Ahora, si te gustan los videos de los perros, te dejo 2 de mis preferidos:

http://www.youtube.com/watch?v=j6UoVlfGnv8

y el hit del verano (ojo que es adictivo!):

http://www.youtube.com/watch?v=0DQD1WHBeYo

Marcos dijo...

Pimpo te manda un estornudo de cerca (caricias de lluvia).

Julieta dijo...

Es lindo leerte!
Mi tía Schulkin tenía un perro policía y se llamaba Günter... Nadie lo tocaba tampoco, por cabrón, él.
Beso enorme!! María Cecilia
(yo prefiero a Pancho Ibañez)

Xime dijo...

Eras una niñita muy audaz!! (o medio inconciente, pero para ser muy audaz se necesita un poquitín de inconciencia). Balú era una criatura ALTAMENTE peligrosa. El asombro de Caro estaba justificado.
Besos, X

Cecilia Reynal O'Connor dijo...

yo ERA una niña audaz, viste como nos vamos condicionando Xime? A Pimpollo nunca me le animé, pero Pimpo me mata, ni siquiera un mordisco le saqué jaja.

Luciana dijo...

jaaaaaa claro que amamos a los animales como lo que son: Personas... aclaración: Pinta era un perro macho
y a Gunter el ojo se lo sacó el alambrdo, va, creo...mmmmm

Cecilia Reynal O'Connor dijo...

Ah, gracias por la aclaracion Lu, entre Pinta y Baco, estamos hechos

Y la Tierra empezó a sacudirse. Y el temblor fue tan grande que  sacó del sueño a más de uno. Y no fue amable, más bien certera ...